28 mar 2014

KAFKA EN LA ORILLA



He quemado todos los recuerdos -dice escogiendo las palabras despacio-. Todos se han convertido en humo y han desaparecido en el cielo. Así que algunas cosas no podré seguir recordándolas por mucho tiempo. Olvidaré. Algunas cosas, no todas. También a ti. Por eso quería hablar contigo lo antes posible, aunque sólo fuera unos instantes. Mientras mi mente todavía pueda recordar.
(...)
-Lo más importante de todo es que tienes que salir de aquí lo antes posible. Cruza el bosque, vete y vuelve a tu vida de antes. Porque la puerta de entrada no tardará en cerrarse. Prométeme que lo harás.
Sacudo la cabeza.
-Señora Saeki, usted no lo entiende. Yo no tengo mundo al que volver. A mí nadie me ha querido, nadie me ha necesitado en toda mi vida. Aparte de mí, jamás he tenido a nadie en quien confiar. La "vida de antes" de la que usted me habla para mí no tiene ningún sentido.
-A pesar de ello, debes volver.
-¿Aunque allí no tenga nada? ¿Aunque no haya nadie que desee que yo esté allí?
-No es así. Yo lo deseo. Yo deseo que tú estés allí.
-Pero usted no está allí. ¿No es cierto?
(...)
-Entonces, ¿qué quiere usted de mí una vez esté yo de vuelta?
-Quiero una sola cosa. Quiero que te acuerdes de mí. Si tú me recuerdas, no me importará que el resto del mundo me olvide.
El silencio se abate entre nosotros. Un silencio profundo. Dentro de mi pecho crece una pregunta. Tan enorme que me obstruye la garganta y me corta la respiración. Pero consigo tragármela.
Le pregunto otra cosa:
-¿Tan importantes son los recuerdos?
-Depende. A veces no hay nada tan importante como los recuerdos.
-Pero usted ha quemado los suyos.
-Ya no me servían para nada.
(...)
-Adiós Kafka Tamura. Vuelve al lugar de donde has venido y continúa viviendo.
-Señora Saeki
-¿Qué?
-No le encuentro sentido a la vida.






"Avanzo por la orilla de mi conciencia. Las olas de mi conciencia rompen en la orilla y se retiran. Dejan unas letras escritas y, luego, inmediatamente llega la siguiente ola y las borra. Tengo que leer aquel texto a toda prisa, en el intervalo entre una ola y la siguiente. Pero no es fácil. Antes de que pueda acabar de leerlo, se abate la siguiente ola y lo borra. Y en mi conciencia sólo quedan unas palabras inconexas y enigmáticas."




"¿Por qué tenía que infligirme una herida tan profunda? Debe existir una razón de peso, una razón oculta, algo con una profunda significación.
(...)
-Pero ella me abandonó. Se fue y me dejó solo en el lugar erróneo. Y, al hacerlo, seguro que me infligió una herida profunda, un daño irreparable. Ahora lo sé. Si me quería de verdad. ¿cómo pudo hacerme algo así?
-Así han ido las cosas. Te han herido profundamente, te han hecho mucho daño. Eres digno de compasión, no te diré que no. Pero deberías pensar de este modo: aún estás a tiempo de recuperarte. Eres joven, eres fuerte. Tienes flexibilidad. Lograrás que cicatricen tus heridas, lograrás levantar la cabeza y seguir adelante. Pero ella ya no podrá. A ella no le quedará otra opción que la de ir diluyéndose. No se trata de quién es bueno y quién es malo. Tú eres quien tiene todas las ventajas reales. Es en eso en lo que debes pensar.
Permanezco en silencio.
- Escúchame. Eso sucedió hace mucho tiempo. Es algo irreversible. En aquel momento, ella no debió abandonarte y tú no debiste ser abandonado. Pero lo que ya ha sucedido es igual que un plato roto en mil pedazos. Por muy esforzadamente que lo intentes, ya no podrás devolverlo a su estado original. ¿No te parece?
(...)
-Escúchame. El corazón de tu madre estaba repleto de un miedo y de una ira espantosos. Igual que lo está el tuyo ahora. Por eso tuvo que abandonarte.
- ¿A pesar de quererme?
-En efecto. Tuvo que abandonarte a pesar de quererte. Lo que ahora debes hacer tú es tratar de comprender los sentimientos de tu amdre y aceptarlos. No heredarlos y repetirlos. Dicho de otro modo, lo que ahora debes hacer es perdonarla. Ya sé que no es fácil. Pero debes ahcerlo. Es tu única salvación. No hay otra.
(...)
Pienso. Debo comprenderlo, caeptarlo, antes de que sea demasiado tarde. Pero aún no puedo leer aquellas pequeñas letras dejadas en la orilla de mi conciencia. Porque, entre que una ola se retira de la playa y la siguiente se abate, el intervalo de tiempo es terriblemente breve.
(...)
¿Por qué querer mucho a alguien tiene que ser lo mismo que herirlo profundamente?




H. MURAKAMI

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