4 ene 2011

Carta de Beethoven a su "amada inmortal"


Varios años después de la muerte de Beethoven se encontró entre sus papeles una carta dirigida a una mujer que en ningún momento nombra. Tampoco se conoce la fecha exacta en que fue escrita por lo que no hay posibilidad de restringir la búsqueda a un año en concreto:

Beethoven era, a menudo, descuidado en cuestión de fechas. De ahí que, aunque la carta que nos ocupa estuviera encabezada un “lunes, 6 de julio” y los años en que un 6 de julio caía en lunes eran los de 1801, 1807 y 1812, el simple error de un día, cosa posible, hubiese cambiado ya el año supuesto. La carta en sí consta de tres partes, escritas en diferentes momentos durante las veinticuatro horas que iban del 6 al 7 de julio.
Marion M. Scott – Beethoven

No hay ninguna certidumbre respecto a la mujer que motivó esa carta, hoy seguimos sin saber para quien la escribió. Se creyo en un principio que la destinataria, a la que conocemos como la amada inmortal, podía haber sido Giulietta Guicciardi pero también Therese von Brunswick, Therese Malfatti o Amalie Sebald estuvieron entre las candidatas.

La carta tuvo un papel principal en la pelicula Amor inmortal. En este film el músico Anton Felix Schindler recibe el encargo de encontrar a la destinataria para hacerle entrega de ella. El problema es que no consta el nombre de la destinataria y Schindler debe interrogar a las mujeres que han conocido a Beethoven para tratar de descubrir a quien estaba dirigida.

La carta es larga, reproduzco sólo una mitad:

A la amada inmortal.

Mi ángel, mi todo, mi yo… ¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla? ¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencia de todo y nada? ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas eternamente mía y yo eternamente tuyo? ¡Ay Dios! Contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia de lo inevitable. El amor exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para ti. Si estuviéramos unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso. Mi viaje fue horrible…

Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro, mi todo, como yo para ti. Lo demás que tenga que ocurrir y deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo…

Tarde del lunes… Tú sufres. ¡Ay! donde yo estoy, también allí estás tú conmigo. Conmigo y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado. Qué vida ¡ ¡ ¡así!!! Sin ti… perseguido por la bondad de algunas personas que no quiero recibir porque no la merezco. Me duele la humildad del hombre hacia el hombre. Y cuando me considero en conexión con el universo, ¿qué soy yo y qué es aquel a quien llaman más grande? Y sin embargo… ahí aparece de nuevo lo divino del hombre. Lloro al pensar que probablemente no recibirás mi primera noticia antes del sábado. Tanto como tú me amas, ¡mucho más te amo yo a ti…! ¡Buenas noches! En mi calidad de bañista, debo irme a dormir. ¡Ay, Dios! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor una verdadera morada del cielo? ¡Y tan firme como las murallas del cielo!

Buenos días, siete de julio. Todavía en la cama se agolpan mis pensamientos acerca de ti, mi amada inmortal; tan pronto jubilosos como tristes, esperando a ver si el destino quiere oímos. Vivir sólo me es posible, o enteramente contigo, o por completo sin ti. Sí, he resuelto vagar a lo lejos hasta que pueda volar a tus brazos y sentirme en un hogar que sea nuestro, pudiendo enviar mi alma al’ reino de los espíritus envuelta en ti. Sí, es necesario. Tú estarás de acuerdo conmigo, tanto más conociendo mi fidelidad hacia ti, y que nunca ninguna otra poseerá mi corazón; nunca, nunca…

¡Oh, Dios mío! ¿Por qué habrá que estar separados, cuando se ama así? Mi vida, lo mismo aquí que en Viena, está llena de cuitas. Tu amor me ha hecho al mismo tiempo el ser más feliz y el más desgraciado. A mis años necesitaría ya alguna uniformidad, alguna normalidad en mi vida. ¿Puede haberla con nuestras relaciones…? Ángel, acabo de saber que el correo sale todos los días. Y eso me hace pensar que recibirás la carta enseguida.

Estáte tranquila. Tan sólo contemplando con tranquilidad nuestra vida alcanzaremos nuestra meta de vivir juntos. Estáte tranquila, quiéreme. Hoy y ayer ¡cuánto anhelo y cuantas lágrimas pensando en ti… en ti, mi vida… mi todo! Adios… ¡quiéreme siempre!. No desconfíes jamás del fiel corazón de tu enamorado Ludwig.

Eternamente tuyo,
eternamente mía,
eternamente nuestros.


Fuente: Exapamicron

1 comentario:

Cinthya dijo...

https://www.facebook.com/pages/La-Princesa-Pálida/337499769614303